La prensa arrodillada

La prensa arrodillada

 Siendo la información la función principal de los medios de comunicación, la prensa oral, escrita o electrónica, informa, persuade, promueve, forma opinión, educa y entretiene. 

Así entendida, la prensa exige responsabilidades a los gobernantes, funcionarios y dirigentes, permitiendo tomar decisiones con conocimiento de causa, atribuciones estas que se han visto empañadas por intereses políticos y económicos que la han convertido en arma de presión social, en busca de claros intereses particulares. 

Existen en la actualidad varias organizaciones que estudian la libertad de prensa de los países, como Reporteros sin Fronteras, Comité para la Protección de los Periodistas y la Sociedad Interamericana de Prensa que, basados en estándares distintos, elaboran informes sobre el comportamiento de los mismos. 

Más de un tercio de la población mundial vive en países en los que no hay libertad de prensa o, por no existir un sistema democrático o, por serias deficiencias de los mismos. 

Entre nosotros, la Constitución de Cundinamarca promulgada en Santa Fe de Bogotá en 1811 lo reconoció en el Título XII, artículo 11, como igual aparece claramente estipulado en la Constitución del 91 en su artículo 20. 

La prensa construye visiones de la realidad, las cuales llegan al cerebro en imágenes y palabras, convirtiéndose en mediadores para la construcción individual de la sociedad, haciendo que las políticas del medio de comunicación decanten las noticias en un claro proceso de selección o edición para darlas a conocer, dependiendo de los intereses que pretenda difundir. 

Consciente la prensa de que el texto solo no logra afianzar su propósito, crea marcos arraigados en los presupuestos culturales, las creencias políticas y las prácticas habituales. 

Al hablar de casa, por ejemplo, despliega imágenes y situaciones tales como hogar, calor, familia etc. 

Al hablar de política, enmarca una historia común, unas identidades propias, como batallas, sangre y enemigos, que de por sí constituyen una carga emocional que desencadena de manera inmediata, sentimientos positivos o negativos tan necesarios para alcanzar el logro propuesto. 

Es por esto que la prensa tiene un gran poder de manipulación, al mantener un vínculo muy estrecho con el mundo emocional del lector. 

La prensa y la política han caminado de la mano y lo siguen haciendo. 

El aire de renovación de los medios de comunicación y con ellos, el de la prensa, es incuestionable. 

El auge de la publicidad los llevó a consolidarse como poderosas empresas comerciales. 

La prensa es, sin duda alguna, el lugar indicado para la construcción de líderes políticos. 

De ahí que veamos la forma directa como la prensa, a través de la persona o grupo que la maneja, seduce al gobernante para que este la compre, pues uno y otro se necesitan, en una clara simbiosis, el uno para sobresalir y el otro para “vivir sabroso” como diría la Vicepresidenta Francia. 

La mermelada de la que tanto se habló en el pasado gobierno, sigue igual, o peor. 

Para mantener a más de medio Congreso arrodillado, con figuras públicas como el expresidente Gaviria o la Dirección del Partido Conservador, se requiere de mucha mermelada, la misma que llega a la gran prensa, que callada, ya no cuestiona como antes y lo peor, con un despliegue inusitado y la manera de hacerlo, con otras noticias tapa el interés nacido de las anteriores, fabricando de manera calculada como en el caso actual que vive el país, con Petro y la izquierda, su posible sucesor en el poder y, sin ruborizarse, suelta la noticia, sin querer queriendo, de que Verónica Alcocer, la primera dama, será la candidata presidencial del Pacto Histórico para el 2026. 

Y es tanto y tan desvergonzada la forma de manipulación, que la misma prensa que ayudó hasta más no poder en la construcción de la imagen del expresidente Uribe, de manera reiterada a los millones de lectores nos recuerda, como para irnos creando una idea distinta del Petro guerrillero que el país ha tenido, las muy contradictorias expresiones que en nada concuerdan con los permanentes señalamientos que, incluso en los debates en el Senado, expresara de Él el expresidente: “No queremos que estigmaticen más al presidente Petro, pero tampoco que a nosotros nos digan de ultraderecha, eso tiene que acabarse. Queremos contribuir para que el Gobierno de Petro se entienda, no como un gobierno del fracasado socialismo”. 

Desde luego, estas declaraciones, proviniendo de quién proviene, tienen una intención manifiesta. Cobrar por ventanilla la preclusión de todos sus procesos. 

Alberto Zuluaga Trujillo. 
Alzutru45@hotmail.com

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