La reforma pensional

La reforma pensional

El objetivo de la reforma pensional es ampliar la cobertura del sistema garantizando una renta básica para los adultos mayores que no tienen acceso a ella. Se busca enfrentar el envejecimiento de la población, combatiendo el déficit fiscal y la desigualdad social. 

La propuesta descansa sobre cuatro pilares fundamentales: el solidario; con una transferencia monetaria a hombres y mujeres en condición de pobreza extrema, el semi contributivo; para las personas que lleguen a los 65 años y habiendo cotizado no les alcance para una pensión, el contributivo; de carácter dual puesto que incluye un componente de Prima Media (para quienes hagan cotizaciones entre 1 y 3 salarios mínimos), y otro componente complementario de Ahorro Individual (para quienes puedan hacer cotizaciones entre 3 y 25 salarios mínimos) y, por último, el pilar de ahorro voluntario (dirigido a quienes quieran voluntariamente complementar el monto de la pensión con su ahorro). 

Es de resaltar que el sistema de pilares existe en casi todo el mundo, complementándose el público con el privado, siendo el colombiano un caso especial en el que los dos sistemas compiten entre sí. El mayor desafío nuestro está en aumentar su cobertura, pues de cada cuatro adultos mayores, uno tiene pensión. 

Como era de esperarse el debate se ha centrado en la sostenibilidad financiera y, concretamente, en si es mejor que los ahorros estén en el mercado como lo hacen los privados con el ahorro individual, o en manos del Estado en Colpensiones con el régimen de prima media. 

Si realmente se pretende combatir la baja cobertura, de nada serviría cotizar en Colpensiones o en los Fondos Privados o en los dos de forma complementaria, sino enfrentamos el origen del problema que es nada más ni nada menos que el mercado laboral. 

Con la baja sostenida en el rendimiento comercial, que como resultado está llevando a la quiebra a nuestro sector productivo, con la pérdida de miles de empleos, imposible será lograr la equidad en nuestra sociedad. 

Las políticas populistas del actual Gobierno incrementan la desigualdad, pues solo está interesado en cautivar al mayor número de colombianos con miras a las elecciones del 2026. Toda una política cortoplacista que impide un verdadero desarrollo estructural y social. 

La altísima rotación entre la formalidad e informalidad impide que nuestros trabajadores coticen las 1300 semanas que hoy se exige. El sistema de Colpensiones al que nos quiere llevar Petro, es el mundialmente conocido como fondo común de reparto, que difiere del privado que es una cuenta individual de ahorros personal. 

En el público, la pensión no se calcula sobre lo ahorrado con sus intereses, sino como un porcentaje del promedio salarial de los últimos 10 años, independiente del monto ahorrado, razón por la que todas las pensiones de Colpensiones reciban un subsidio, desde la de un salario hasta 25 salarios mínimos. 

Entre más alta la pensión, más alto es el subsidio, lo que hace regresivo este sistema, al otorgar un subsidio mayor a quien tuvo mayor ingreso y, por consiguiente, pudo cotizar más. 

No estando los fondos privados de acuerdo con el manejo que se le quiere dar al sistema, Santiago Montenegro, presidente de Asofondos, se quejó de que al Gremio no lo dejaron participar en las reuniones. Es la línea de conducta de un gobierno al que no le interesa la concertación sino la imposición del pensamiento mesiánico, propio de los dictadorcitos en ciernes como el actual. 

La almendra del problema está en dar una solución financiera al sistema para protegerlo y darle sostenibilidad económica con el paso del tiempo, amenazado entre otros factores, por el billonario pasivo pensional existente. 

El cambio estructural es necesario, pero es un imposible lograrlo solo con los fondos públicos. La libertad de escoger entre un fondo público y privado debe mantenerse, entre otras razones, porque los fondos privados son fundamentales dentro del mercado público de valores. De aprobarse el proyecto, el Gobierno obtendrá mayor flujo de caja para el 2026, pero sus resultados serían desastrosos a largo plazo. 

Grima y vergüenza da, ver unos congresistas conservadores y liberales apoyando este proyecto del Gobierno, cuyas razones válidas no van más allá de la mermelada que por montones Petro entrega, traicionando su propuesta de campaña de acabar con ella y la corrupción que lo asfixia. 

Ambos jefes de las dos colectividades históricas, Gaviria y Cepeda, continúan en el alto del Olimpo, abrazados tercamente a un poder que ya no tienen, pues una cosa es lo que ellos ordenan y otra es la que deciden sus bancadas en el Congreso, desempeñando el triste papel de payasos de la tragicomedia nacional.

Alberto Zuluaga Trujillo. 
Alzutru45@hotmail.com 

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