La Constituyente

La Constituyente

No han sido pocas las veces que desde esta columna he hecho eco a la convocatoria de una constituyente, como camino para enmendar los muchos vacíos de nuestra actual Carta Política, convertida en colcha de retazos a lo largo de sus 33 años de existencia, por sus innumerables modificaciones a través de 53 actos legislativos y 5 más que fueron declarados inexequibles por la Corte Constitucional. 

Pero eran otros tiempos y bajo otros gobiernos. Hoy, es un globo que se le eleva sin saberse dónde caerá, así la actual Constitución exija la expedición de una ley aprobada por mayoría calificada de una y otra Cámara y no con el mero quorum reglamentario, sometiéndose, además, al filtro de la Corte Constitucional y al voto popular, requiriendo de la aprobación de por lo menos la tercera parte del censo electoral, algo más de 13 millones de votos. 

Dada la complejidad de este trámite en el Congreso y en la Corte, a este Gobierno ya no le dan los tiempos para lograrlo. Así las cosas, no pasa de ser otra triquiñuela con la que acostumbra Petro a perturbar y a tensionar los ánimos, revistiendo carácter de amenaza a un Congreso en el que ya perdió sus mayorías. 

Ante la evidencia del alto deterioro político de su Gobierno y conocida su fuerte pugnacidad que lo lleva hasta contrariar a sus propios consejeros, difícil es que su conflictiva personalidad acepte someterse a las rigurosas exigencias constitucionales que le tomarían, fácilmente, los meses que restan de su mandato. 

Entre la propuesta de una Constituyente planteada en Puerto Resistencia en Cali y lo sostenido en la entrevista con el director de El Tiempo, Andrés Mompotes, de impulsar un “proceso constituyente”, hay una diferencia abismal. Mientras la primera está sujeta a claros y estrictos mecanismos contenidos en nuestra Carta Magna, la segunda solo existe en la mente calenturienta de quien juega a ser dictador, despojándose de la careta de “respetuoso demócrata” cuando de respetuoso nada tiene y de demócrata muchísimo menos. 

Su proceso constituyente lo tiene montado sobre la convocatoria de cabildos abiertos populares, que son un mecanismo de participación ciudadana, conjuntamente con empoderadas juntas de acción comunal, que nada tienen que ver con una constituyente, y el llamado a las calles a la minga indígena, a la primera línea, a las guardias cimarronas e indígenas para resucitar lo vivido durante los dolorosos hechos del Paro Nacional de 1991, promovido por el Pacto Histórico y financiado hoy con los dineros de los contribuyentes, con el que cuenta actualmente en miles de millones para desestabilizar el país y una vez sumido en el caos y la anarquía, cerrar las Cortes y el Congreso y proceder, ahí sí, a convocar una constituyente redactada a su amaño y antojo. 

Por qué la posición genuflexa de la gran prensa de evitar confrontarlo en sus entrevistas ¿como en la concedida al director del periódico El Tiempo? En su entrevista a Andrés Mompotes, Petro afirmó que con su propuesta no busca alargar su permanencia en la Casa de Nariño. 

Habló igualmente de mecanismos existentes en la Constitución, como las juntas comunales y cabildos abiertos para empezar a debatir los cambios que busca promover, e hizo hincapié en la movilización de la gente. 

¿No era acaso el momento preciso para confrontarlo y hacerle ver que los cabildos abiertos como las marchas, nada tienen que ver con el llamado a una nueva Contitución, y sí, mucho que ver con el “proceso constituyente” maquinado en su enredada cabeza? 

Fue una entrevista larga en la que tuvo la oportunidad de extenderse con unas disparatadas sugerencias que nada tienen que ver con una verdadera propuesta de cambio Constitucional, para finalmente despacharse y sostener que lo que hubo después de la Constitución del 91 fue una alianza para aplicarla a favor de “intereses criminales”. 

Al preguntársele si el Gobierno se sometería a lo que determine la Corte Constitucional sobre su legalidad; tranquila y cínicamente respondió: “Todo depende de la fuerza del poder constituyente, que se expresa con votos”. 

¿Siendo todo un maestro en enredar la piola, por qué no se lo confrontó sobre la promesa en el 2018 y luego en el 2022 cuando juró sobre piedra que no convocaría a una Constituyente, existiendo prueba fotográfica sobre ello? ¿Cómo creerle que no buscará quedarse en el poder, cuando todo lo prometido lo ha incumplido? Hoy más que nunca estoy convencido que solo el poder de la calle, sin violencia, nos empodera, para decirle a este MENTIROSO: “FUERA PETRO”, antes de que él lo haga con violencia y destrucción para buscar quedarse.

Alberto Zuluaga Trujillo. 
Alzutru45@hotmail.com

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