Notas para la historia de Risaralda

Notas para la historia de Risaralda

El pasado 1 de enero, en su acostumbrada columna, Ernesto Zuluaga Ramírez, exgobernador de Risaralda (1990-1991) y exalcalde de Pereira (1992-1994), tituló su escrito “Anécdotas de un divorcio”, en el que afirmó: “La situación de Santa Rosa de Cabal era especial. Era importante que se uniera a la causa risaraldense porque sus linderos geográficos se tocaban con Pereira en el río Otún (para esa época Dosquebradas no existía como municipio y era apenas un corregimiento de Santa Rosa). El restante departamento de Caldas llegaría hasta nuestras goteras lo que no sonaba muy halagador. 

En contravía del querer manifiesto de los santarrosanos los concejales de ese municipio votaron la independencia no sin cobrar costosamente la osadía. No todo fue decente en la gesta libertadora”. El subrayado es mío. 

En su escrito, Zuluaga Ramírez incurre en grave señalamiento al aseverar que Santa Rosa cobró costosamente su inclusión. Solo por dar fuerza a mi escrito, debo anotar que por tres ocasiones me desempeñé como alcalde de la “Villa de las Araucarias”, iniciando la primera en 1970 con Gilberto Castaño Robledo, luego con Hernando Uribe Ángel y posteriormente con el padre del Departamento; don Gonzalo Vallejo Restrepo, a quien personalmente manifesté mi extrañeza por el trato dado a Santa Rosa por la capital Pereira, dado que él asumió como garante en el documento no público denominado “Hoja de Honor”. 

En ese documento se hacía constar que Santa Rosa tendría durante las tres gobernaciones del nuevo departamento, dos de las tres secretarías con que arrancaba el ente departamental y después, con una, sin limitación en el tiempo, hecho que fue cumplido por los dos primeros gobernadores; Cástor Jaramillo Arrubla y Luis Eduardo Ochoa Gutiérrez, quienes nombraron a Hernando Jiménez Serna y Henry Suárez Zapata, en la Secretaría de Desarrollo y Fomento. 

Es de resaltar, que si bien, los nombramientos se circunscribieron a las ternas a ellos entregadas, los escogidos, curiosamente ocupaban el último renglón, cuando la usanza antigua ha señalado que el orden de la misma indica la prioridad en su escogencia. 

Don Gonzalo, caballero a toda prueba, si bien aceptó mi queja en ese momento, al insistir yo en ella durante mis 20 años de intensa actividad política, me significó un distanciamiento de él, influenciado por su señora Lucía Marulanda quien, pese a la mediación del exsenador Emiliano Isaza, no dio su brazo a torcer. 

Pero sigamos con las anotaciones. Contrario a lo escrito por Zuluaga Ramírez, Santa Rosa se dividió casi por partes iguales entre quienes defendían la unidad y quienes respaldaban la separación. En uno de los mítines celebrados en la plaza principal, el presidente de la Unidad de Caldas, Guillermo Rivera Millán, ya fallecido, llegó a afirmar que antes de ver cristalizada la separación de Caldas, correrían ríos de sangre por la ciudad. Sin lugar a dudas, Santa Rosa fue escenario de hechos violentos en esa dura y tensa campaña, que llevaron posteriormente, ya creado el Departamento, a que el presidente de la Junta pro creación de Risaralda en Santa Rosa; José Trujillo Mejía, tuviese que abandonar la ciudad junto a su familia con destino a Medellín, ante la asonada perpetrada en frente de su casa y las continuas amenazas a él y su familia. 

Lo peor, es que en el nuevo Departamento, el jefe de la Unidad de Caldas Rivera Millán, fue recibido con los brazos abiertos, mientras los abanderados de la separación recibieron trato desobligante. En su afán por crear un nuevo municipio, eminentemente liberal, la dirigencia de Pereira alentó y propició la desmembración de Santa Rosa, correspondiéndome en el año 72, acompañado solo por el exalcalde Gustavo Orozco Restrepo, acometer la defensa de Santa Rosa en la Duma Departamental, en la cual fungía como presidente el liberal camilista Antonio Ocampo Ramos. 

En una extensa crónica de La Tarde del domingo 3 de diciembre de 2006, Freddy Fernán López entrevistó al dirigente Liberal Bernardo López Pérez, ya fallecido, a quien nombré, en mi carácter de alcalde en 1970, como Inspector de San Judas Tadeo, quien dijo: “Santa Rosa tenía 5 diputados y como no teníamos todos los votos compramos 4 a 30 mil pesos voto, 120 mil pesos que garanticé con un cheque depositado en la Carnicería Otún y que pagué de mi bolsillo que en ese entonces era mucha plata. Me iban a matar por no poder cumplir, pero un generoso amigo me los prestó". Y terminó su crónica Freddy Fernán López preguntándole a López Pérez: ¿Fue allí donde nació la corrupción de Dosquebradas como municipio? Con todo lo anterior, pregunto ¿Cómo cobró Santa Rosa su inclusión en Risaralda?

Alberto Zuluaga Trujillo. 
Alzutru45@hotmail.com

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