Éxodo y migraciones

Éxodo y migraciones

 Uno de los fenómenos más alarmante del mundo hoy, es el éxodo de poblaciones enteras por distintos motivos, al igual que las migraciones que obligan a las personas a buscar dónde reconstruir sus vidas. Las migraciones, generalmente obedecen a la pobreza, falta de oportunidades en las regiones y/o la violencia desatada en las mismas. Los éxodos, son migraciones masivas, productos de guerras y profundos cambios en los países de origen.

La movilidad, que es una característica propia del mundo globalizado, difiere en mucho de los éxodos y las migraciones, dándose por las grandes diferencias a nivel mundial en dónde el común denominador es la búsqueda de mejores oportunidades económicas. Las oleadas migratorias de diferentes lugares del planeta, sorteando caminos, mares, ríos, lagos y montañas, son situaciones vividas desde nuestros orígenes.

Bástenos recordar la liberación de la esclavitud de los israelitas de Egipto y su salida guiados por Moisés hacia la tierra prometida, narrado por el libro sagrado del Antiguo Testamento. 

En el más reciente informe de la Agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, aparecen 110 millones de refugiados y desplazados a consecuencia de las violaciones de los derechos humanos, las guerras, las persecuciones y la violencia. De estas, el 82.2% de las personas proceden de 9 naciones; Siria, Venezuela, Afganistán, Sudán, Myanmar, Somalia, República Democrática del Congo, República Centro Africana y Eritrea. 

Después de Siria, Venezuela representa el éxodo más numeroso del mundo, con más de 7.9 millones de personas que la han abandonado, concentrándose el 97% en América Latina y el Caribe. Colombia es hoy el principal receptor con más de dos millones y medio de personas, seguido de Chile, Ecuador y Perú. 

Desde hace varios años la imagen se repite, huyendo del hambre, la falta de trabajo y medicamentos y por la peor crisis eléctrica que ha sufrido el país en su historia. Si bien sus fronteras están cerradas, las trochas, puentes improvisados y viajes en balsas siguen siendo los medios a los que recurren los ancianos y las madres con niños pequeños que se lanzan, desesperados, buscando un mañana diferente. 

La invasión rusa a Ucrania desató uno de los más grandes desplazamientos desde la Segunda Guerra Mundial. Un año después del éxodo masivo, se estima que más de 9 millones de ucranianos se encuentran refugiados en países europeos. Igual, miles de rusos han salido de su país. 

En lo que va corrido del presente año, cerca de 400 mil migrantes han cruzado el Darién, por la inhóspita selva que separa a Colombia y Panamá, según las autoridades de este país. Una verdadera marejada humana que atraviesa el Tapón, en su inmensa mayoría venezolanos, que junto a migrantes cubanos y haitianos, están a merced de grupos criminales que operan con total impunidad, pues cada paso en la selva es una oportunidad de hacer dinero, aprovechando la única ruta terrestre hacia Estados Unidos, a través de Centro América. Se estima que no menos de 3 mil personas atraviesan a diario la espesa selva, cuya travesía comienza desde Necoclí, Antioquia y Acandí, Chocó. 

En medio de su visita a los Estados Unidos, el presidente Petro anunció desde Queens, Nueva York, en medio de una intervención en la comunidad colombiana que habita el condado, sobre la presunta petición hecha por Washington: “Nos han pedido desde aquí, desde el poder político de este país, que cerremos el Tapón, como si eso fuera fácil, que construyamos una especie de muro para que no pase la gente hacia los Estados Unidos”. 

De inmediato, John Kirby, asesor de Seguridad Nacional del gobierno del presidente Joe Biden, respondió que no es cierto. Desconozco peticiones de Estados Unidos a Colombia para construir un muro o “una barrera física”, en el Tapón del Darién para frenar la migración irregular. 

Petro manifestó, además, que no solo solicitaron crear el muro, sino que también se establecieran puestos de migración estadounidense en Colombia. Ante la polémica desatada por este anuncio, que revivió el muro en México, el Embajador Luis Gilberto Murillo salió al paso diciendo: “No, el presidente Petro en su discurso se refirió a un muro en sentido figurado”.

Ante esta aclaración no pedida, es claro para el país y el mundo, que Petro, como parece ser costumbre en sus periplos internacionales de los que tanto gusta, dos por mes, bajo los efectos de ocultas adicciones que es lo que denuncia sus inexplicables desapariciones, dejó volar su imaginación, igual a como en la ONU pidió a sus hijos y nietos “esparcir el virus de la vida por las estrellas del universo”.

Alberto Zuluaga Trujillo 
alzutru45@hotmail.com

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