Una oportunidad perdida

Una oportunidad perdida

Definitivamente nuestra política es pequeña y personalista. Si bien, ella es el ejercicio del poder, está dirigida a resolver las controversias suscitadas por los opuestos intereses entre quienes lideran las sociedades. Nunca antes, el país había estado tan polarizado como hoy con Petro. 

Unos consideran que es el presidente que el país necesitaba y otros muchos creen, que bastante daño está causando con su Gobierno de izquierda, autoritario y desafiante de nuestro Estado Social de Derecho, no respetando la Constitución que juró cumplir. 

En el diagnóstico de su primer año de Gobierno, el balance no es nada bueno. La que se creía iba a ser una coalición fuerte y de largo alcance, con partidos como el Conservador, que siendo doctrinariamente la antítesis de lo que ideológicamente ha encarnado Petro, no tuvo inconveniente alguno en declararse partido de gobierno para disfrutar cómodamente de las mieles de la burocracia. 

Rota la coalición, no tanto por el desbordado apetito de la mermelada servida, como por la arrogancia del ego inmanejable del mesías, las aguas tranquilas tornaron a mar embravecida, creyéndose el todo poderoso emperador que, con su llamado a las calles a defender sus propuestas, la Colombia humana que en su frenesí pensó era el país entero, lo dejó lívido en su Casa de Nariño, observando el marchito llamado. 

Como el esperado amanecer en las noches borrascosas, la voz de Germán Vargas Lleras se escuchó en medio de las olas, llamando desde Barranquilla el 29 de junio a los partidos tradicionales para armar una nueva coalición desde el Congreso a partir del 20 de julio, al comenzar la nueva legislatura, para garantizarle al país que las reformas laboral, de pensiones, de salud y, luego, de educación y de servicios públicos, no se tramitarían a pupitrazo limpio bajo el querer del Gobierno. “El ambiente político lo sabe muy bien Petro, no está para volver a exponer sus impopulares reformas a una nueva derrota. Su soberbia le impide escuchar el clamor ciudadano”, dijo Vargas Lleras poco después en una de sus columnas en El Tiempo. 

El ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, estuvo muy atareado en el mes de receso, tratando a toda costa de rearmar la coalición y consolidar de nuevo las mayorías para que el paquete reformista obtenga la bendición en esta legislatura. 

Vargas Lleras, como bien lo han visto los colombianos, se ha convertido en el más serio opositor del Gobierno. De hecho, su colectividad pasó de la independencia a la oposición y, a través de las páginas de El Tiempo, en su columna dominical, ha venido expresando con claridad su pensamiento frente al país. 

En ellas, no solo ha analizado como la nueva coalición propuesta enfrentaría las elecciones regionales del 29 de octubre, sino la incidencia que más allá debe tener, para solucionar la caótica y difícil situación nacional. 

En un reciente mensaje en su cuenta de Twitter, Vargas Lleras lamentó que su propuesta para elegir las mesas directivas del Congreso no haya prosperado. Igualmente se dolió, que busquen contactar a Cambio Radical, su partido, solo para valorizarse frente al Gobierno, mientras están negociando puestos y ministerios. 

Si bien contó con el apoyo inicial de César Gaviria que lo llamó en su momento, lo cierto es que nunca más volvió a tocarle el tema. La pequeñez de miras, anteponiendo lo personal sobre lo nacional, no tiene justificación. Se perdió una ocasión, única y feliz de hacer a un lado lo pequeño e intrascendente, para pensar en grande sobre lo que nos conviene como nación. 

Es imperdonable que en un momento como el que vivimos, de angustia y recesión, los jefes de los partidos no hayan tenido la grandeza de espíritu de desprenderse de lo trivial para pensar en beneficio del país. A Gaviria por ejemplo, le debe estar importando más la falta de los votos de su correligionario Mario Castaño condenado a 15 años de prisión por corrupto, como Senador de Caldas, que la suerte futura del país en manos de una izquierda en la que acaba de ganar la presidencia de la Cámara con la ayuda del petrismo. 

Siempre decimos, al término de un proceso, que no volveremos a caer. Pero esperamos que el 29 de octubre, cuando los colombianos se apresten a elegir concejales, diputados, miembros de Juntas Administradoras, alcaldes y gobernadores, no elija a los corruptos de siempre, como también, presione a los partidos para que se renueven y no reelijan más en sus cargos al expresidente Gaviria y al senador Efraín Cepeda, como jefes de los partidos tradicionales, por haber sido inferiores a sus obligaciones. Razón no le faltó al CNE para sancionar al Partido Liberal.

Alberto Zuluaga Trujillo 
alzutru45@hotmail.com

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