¿Crimen de Estado?

¿Crimen de Estado?

Con el pasar de los días, aumentan las especulaciones sobre el escándalo del momento que ya cobra la vida de un alto oficial de la Policía Nacional, guardando impresionante similitud con el “Proceso 8.000”, que igual, cobró la vida de Álvaro Gómez Hurtado. Señalado Samper de ser el autor intelectual del magnicidio, al verse acorralado por las circunstancias y ante los incesantes pronunciamientos del director de El Nuevo Siglo que clamaba por tumbar al Régimen, responsable de la corrupción y la decadencia nacional, fue vilmente acribillado el 2 de noviembre de 1995, a las 10 y 20 de la mañana a su salida de la Universidad Sergio Arboleda. Ante la absolución del Congreso a Samper, Gómez dijo: “El presidente no se cae, pero tampoco puede quedarse”, colocando con esta frase, una lápida a su existencia. 

En parecidas circunstancias, el pasado 9 de junio al frente del edificio en Teusaquillo en el que habitaba con su esposa y dos hijos pequeños, se reportó la muerte violenta del Teniente Coronel de la Policía; Oscar Darío Dávila Torres, quien se desempeñaba como coordinador de “Protección Anticipativa” de la Presidencia de la República, que es la oficina que vela por la seguridad del presidente Petro, extrañamente ubicada en el piso 13 del edificio de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN). 

En virtud de sus funciones y tras el escándalo suscitado al conocerse que la niñera del hijo de la exjefe de gabinete; Laura Sarabia, había sido sometida a la prueba de polígrafo sin ser funcionaria pública, el oficial fue llamado por la Fiscalía a rendir indagatoria, luego de que la alta funcionaria denunciara la desaparición en su casa de una maleta con 4.000 dólares, luego 7.000 y ya vamos en 3.000 millones de pesos. 

Ante la gravedad de los hechos, el coronel Dávila le remitió una comunicación al Fiscal informándole sobre la disponibilidad de presentarse y colaborar con la recta administración de justicia y, en consecuencia, poniéndose a su plena disposición para contribuir al esclarecimiento de los hechos que son materia de investigación. A los cinco días siguientes, recibe una comisión del CTI para inspeccionar el piso 13 y dos días después, aparece muerto. 

El propio presidente Petro, sin conocerse los resultados de Medicina Legal dictaminó de manera enfática que se trató de un suicidio. El arma usada para causar su muerte, pertenecía al conductor escolta del vehículo, quien era miembro de la institución policiva y quien según él, dejó la pistola en la guantera para ir a comprar una botella de agua que le solicitó el coronel, omitiendo cumplir el reglamento de manejo del arma, que indica que siempre se debe llevar consigo y jamás perderla de vista. 

Lo cierto y real, es que el coronel Dávila era pieza fundamental para conocer la verdad sobre las chuzadas que en este Gobierno regresaron, ordenando las pruebas de polígrafo a la niñera y empleada doméstica de la Jefe de Gabinete Laura Sarabia, de dónde desaparecieron los millones que allí se guardaban, por lo que recibió órdenes superiores de recuperarlos a como diera lugar. 

Con este escándalo se conoció la entrada de 15.000 millones a la campaña Petro, denunciados por quien hizo los contactos y los consiguió, el exembajador Benedetti, conocedor también de los dineros entregados para la campaña presidencial a Nicolás Petro por reconocidos narcotraficantes de la Costa, y quedados por este, según lo denunció su exesposa Day Vásquez. 

Este escándalo, al igual que el 8.000, pone la espada de Damocles sobre la cabeza de otros muchos más, pues es la puerta de entrada al siniestro mundo que rodeó la llegada a la Casa de Nariño del presidente Petro. 

La gravedad del escándalo, pone en la picota pública al periodismo del país, pues furioso quien se cree, no presidente sino emperador, acusa por igual a los medios de ser parte de la conspiración del “golpe blando” que dice, planean en su contra. 

Siguiendo el libreto de Sao Paulo, es un ataque frontal contra la libertad de prensa. Ahora, como para cambiar de libreto, entregados, que no rescatados los cuatro niños por el ELN, nos quieren prender el alma a Wilson, el perro perdido en la selva, a quien medio ejército busca para hacernos caer en cuenta de la “noble sensibilidad” de quien, como guerrillero, debió apretar el gatillo sin compasión alguna. 

De no tomarse cartas oportunas, este tenebroso Gobierno se irá atornillando en el poder, contando con la complacencia activa de los criminales revestidos hoy como gestores de paz, y de la excesiva indolencia de un país, que pese a desaprobar hoy, según encuestas en un 70% el Gobierno Petro, no atreve a sacudirse.

Alberto Zuluaga Trujillo
alzutru45@hotmail.com

Comentarios

Lo más leído esta semana