La reforma a la salud

La reforma a la salud

 “Tenemos un partido adulto, de 174 años que no se arrodilla al poder, que no se arrodilla a los llamados burocráticos para votar reformas que van en contra de los colombianos, un partido con identidad, que tiene dignidad, que hoy en la Comisión Séptima le dijo no a una reforma a la salud que va en detrimento de todos los colombianos”, expresó el presidente del partido conservador, con minúscula, después de la aprobación en primer debate, del polémico proyecto. 

¿Dignidad? Qué dignidad puede tener un partido que siendo la antítesis de lo que representa el Pacto Histórico, se alió con él durante nueve meses apoyando irrestrictamente a Petro en su desenfrenado Gobierno, que estruja, golpea y traiciona a sus electores con un disparatado mandato, en el que prometió acabar con la corrupción, la misma con la que compra sus apoyos en el Congreso. 

Pero, además, el conservatismo no aprobó esta reforma, como engañosamente dice su presidente, por ir en detrimento de los colombianos, sino porque fueron echados de la coalición por el Presidente cuando vía Twitter, luego de la apretada votación de la ponencia a la reforma de la salud en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes, que tuvo 10 votos a favor y 8 en contra, escribió: “La coalición política pactada como mayoría ha terminado en el día de hoy”, y agregó: “A pesar del voto mayoritario en las urnas que pide un cambio, este se intenta cerrar con la amenaza y el sectarismo, situación que nos lleva a un replanteamiento del gobierno”. 

Con el cinismo propio de quienes por décadas han manipulado la opinión pública y ostentado puestos de mando en la política colombiana, Efraín Cepeda logró convencer a sus compinches en la dirección del partido, para que, ofreciéndole la presidencia del Senado en el 2024, cuando por compromisos pactados debe corresponderle al conservatismo, Carlos Andrés Trujillo, conservador petrista de Antioquia, presentó su renuncia anticipada a la presidencia del Directorio. 

Como buen traidor, se quedó sin la soga y muy seguramente se quedará sin la ternera, como dice el dicho popular. 

Igual, César Gaviria Trujillo, quien ostenta la calidad de Jefe Único de la colectividad, pero en el papel, el mismo que, en ejercicio de su investidura de mandamás, antes de las votaciones del articulado invitó a un almuerzo en su apartamento a la bancada de su partido para señalarle unas líneas rojas que por ningún motivo el liberalismo podía transgredir, fue abiertamente desobedecido por cuatro de los cinco liberales que hacen parte de la Comisión Séptima, comandados por María Eugenia Lopera Monsalve, el voto liberal que salvó el proyecto en la votación de la ponencia, reeditando el escándalo de la Yidispolítica en el 2008, al admitir la Representante Yidis Medina la aceptación de sobornos, a cambio de su voto favorable al proyecto de reforma constitucional, que permitió la reelección de Álvaro Uribe Vélez en el 2006. 

Tramitada como ley ordinaria debe sufrir cuatro debates en el Congreso, dos en la Cámara y los otros dos en el Senado. 

Surtido el primero en la Comisión Séptima de la Cámara, pasa a plenaria, en donde con los dos que faltan del Senado, muy posiblemente sufra modificaciones sustanciales. 

Con lo aprobado en el primer debate, a las EPS les quedan dos años de existencia, pues la figura de gestoras de la salud en que serán transformadas al finalizar el plazo, es algo totalmente diferente a lo que hacen hoy, por lo que en la realidad desaparecen como las conocemos. 

Lo preocupante, es que una vez convertidas en Gestoras tendrán que darles la cara a los usuarios, sin tener las herramientas para hacerlo. 

Al echar por la borda 30 años de experiencia acumuladas, aceptando desde luego muchos errores existentes, pero susceptibles de corregir, el proyecto del Gobierno nos obligará a pagar los costos de una improvisada reforma, aprobada a punta de mermelada para satisfacer el ego desmesurado del Presidente. 

Las quejas planteadas en el sistema actual por los usuarios y pacientes no se resuelven en el proyecto aprobado, como tampoco se ocupa de su sostenibilidad financiera. 

Al fraccionar los niveles de atención y sin un responsable de la gestión financiera y del riesgo en salud, es de esperarse que estos se agudicen al crearse este monopolio estatal, eliminando la posibilidad de que los afiliados elijan su asegurador. 

La transición propuesta, no es viable ni en tiempos ni en recursos. 

Convencidos como estamos de que el proyecto debió tramitarse como ley estatutaria, por ser la salud un derecho de los colombianos, solo nos salva la inexequibilidad que debe declarar la Corte Constitucional, una vez proceda a su estudio.

Alberto Zuluaga Trujillo 
alzutru45@hotmail.com

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