Cortinas de humo

Cortinas de humo

En el 2004, los máximos líderes de las Autodefensas Unidas de Colombia, Salvatore Mancuso, Ernesto Báez y Ramón Isaza, hicieron presencia en la “Cuna de las Leyes y el Templo de la Democracia”, como lo dijera el primero de ellos en su discurso ante el Congreso en pleno, para con total prepotencia y cinismo, legitimar los atroces crímenes cometidos, aduciendo la defensa del pueblo colombiano. 

Valga recordar que dos años antes, recién iniciado el gobierno del “pulso firme y mano tendida”, se instaló en el corregimiento de Santa Fe de Ralito, municipio de Tierralta, Córdoba, la mesa de negociación en la que se firmó el Acuerdo que lleva su nombre, suscrito el 15 de julio de 2003 por Luis Carlos Restrepo, Alto Comisionado de Paz, en representación del Gobierno y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en la que acordaron iniciar las conversaciones de sometimiento. 

Surgido como respuesta a los excesos de la guerrilla, el paramilitarismo tomó como método de guerra las masacres y los asesinatos selectivos y desplazamientos de la población civil, superando a la guerrilla en violencia y crueldad, por lo que se dijo y con razón, que el remedio resultó peor que la enfermedad. 

Pese a tan complejo escenario, el 7 de octubre de 2004, mediante una declaración denominada “Acto de fe por la paz”, los paramilitares iniciaron una serie de desmovilizaciones colectivas que se extendieron hasta dos años después, en un proceso vergonzoso que más tuvo de ocultamiento de la verdad, que de sincero arrepentimiento y verdadera justicia. 

Extraditados muchos de ellos, hoy, desde una cárcel de Georgia, Mancuso nos recuerda el interminable listado de atrocidades cometidas por ellos en asocio con personajes de la alta burguesía, empresarios, terratenientes, fuerzas Militares y políticos, en una audiencia virtual de cuatro días ante la JEP, buscando ser aceptado por la justicia transicional. 

Guerrillas, bandas criminales, paramilitares y narcotráfico, es en lo que hemos estado inmersos desde hace muchas décadas, razón para no desconocer el conflicto armado que vivimos y que otros se empeñan en desconocer. 

Llama la atención como la JEP, de inocultable corte izquierdista, encuentra hoy en la prensa su aliada para darle todo el despliegue, en un país donde un escándalo es tapado por otro de mayor magnitud. Pareciera que esa prensa, la misma a la que el gobierno Petro responsabiliza de liderar una campaña de desinformación en su contra, presionándola a través de Twitter para que aborde favorablemente su gestión, le ayuda a tender una cortina de humo sobre todos los deplorables hechos que en los últimos días han acompañado su mandato, cuya desaprobación supera ya el 61%, según la más reciente medición de Datexco. 

Sus llamados a la calle desde el balcón de la Casa de Nariño, presionando al Congreso para que apruebe sus reformas, cuentan igualmente con un 68% de rechazo frente a un 20% de aprobación. Abriendo demasiados frentes de batalla, el discurso conciliador pronunciado en su posesión invitando a la unidad nacional, no tiene hoy sustentación ninguna. 

Su desbarajustado proyecto de la salud, que terminó haciendo añicos la coalición mayoritaria en el Congreso, continúa dividiendo a la población colombiana al afirmar el Gobierno a través del ministro del ramo en un temerario e injusto reclamo en la Comisión Séptima de la Cámara que, durante la pandemia, se abrieron unidades de cuidados intensivos “como si fueran droguerías”, cuestionando de paso a los profesionales de la salud, a los trabajadores y a las instituciones, cuando la verdad es que todos ellos supieron cumplirle al país, con abnegación y sacrificio, exponiendo sus vidas por los demás. 

Lo expresado por Mancuso, es más de lo mismo que de sobra el país conoce y que como anillo al dedo bien le cae al Gobierno en este momento para desviar la atención sobre los múltiples problemas que afronta. 

Traicionando la voluntad de quienes por él votaron de ver un verdadero cambio, empezando por el destierro de la corrupción, anda de parlamentario en parlamentario, comprando su apoyo al precio que sea. 

Su afán por que sea nombrado uno de los suyos en la presidencia ejecutiva de la Cámara de Comercio de Bogotá, apunta a ganar apoyos en el Congreso para sus reformas. 

Igual a cómo anunció mentirosamente el cese al fuego con el ELN, de manera imprudente, buscando el agradecimiento del país en un momento de dolor, anuncia el encuentro con vida de los cuatro niños que cayeron en una avioneta en las selvas del Guaviare, borrándolo 16 horas después. Esta es la forma de gobernar, pegado del Twitter y no de la Constitución. 

Alberto Zuluaga Trujillo 
alzutru45@hotmail.com 

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