Cae la careta

Cae la careta

“A pesar del voto mayoritario en las urnas que pide un cambio profundo, este se intenta cerrar desde el Congreso de la República”, manifestó el presidente Petro en un comunicado dado a conocer por su despacho, en el que anunció igualmente la necesidad de que el Gobierno se declare en emergencia para sacar adelante las soluciones que requiere el pueblo colombiano. 

“¿Cómo vamos a hacer para cumplir el Acuerdo de Paz si los instrumentos legales son cercenados por el Congreso, en contra vía del programa de Gobierno? Sentenció en fuerte intervención en el marco de la entrega del predio “La Calera” en Zarzal (Valle) desde donde fustigó duramente a las Comisiones económicas de Senado y Cámara, llamando a la marcha a los campesinos del país. “Ya no podemos esperar más. Yo no sé…El Congreso de Colombia quiere guerra”

Ante semejantes declaraciones de un Jefe de Estado y quien encarna la representación de una izquierda violenta ¿Qué significado tienen? Dentro del plan de acción de la izquierda latinoamericana y del Caribe, conjuntamente con Cuba, los ojos están puestos en Colombia en donde pretenden manipular la democracia para imponer una narco dictadura al estilo de Venezuela, revolución que avanza impulsada por el movimiento bolivariano que Chávez instauró en la vecina República, desarrollando una política económica y social de engaño al pueblo; como lo es el Socialismo del Siglo XXI, en el que dicen trabajar en pos de la unidad y crecimiento de esa izquierda para detener el avance de la derecha capitalista, haciéndose reconocer como los auténticos defensores de las justas causas que aquejan a nuestro pueblo. 

Ese populismo que observamos en América Latina tiene fecha de nacimiento en el Foro de Sao Paulo en 1990. 

Pues bien, ante la impensable actitud de los partidos tradicionales, el Liberal y el Conservador en asocio con los de La U. que se le arrodillaron al Gobierno por la codiciada mermelada, Petro consideró que su proyecto iba sobre rieles seguros, hasta cuando el afán de más y más mermelada hizo explotar la coalición, no porque los partidos se retiraran, sino porque Petro, presionado por el chantaje, los mandó al carajo, viéndose en la necesidad de apurar su estrategia antes de que las cosas se le complicaran aun más, dejando caer su careta de prestidigitador y salvador de las clases oprimidas. 

Lo que sigue, con su convocatoria al pueblo de salir a la calle a respaldar sus reformas, es nada menos que la reedición de los actos violentos del Paro Nacional que se prolongó por dos meses a partir del 28 de abril de 2021, respaldado por él y su partido del Pacto Histórico, presionando la convocatoria de una Asamblea Constituyente que, de aprobarse por el Congreso, esperamos no sea finalmente permitida por la Corte Constitucional. 

Tratará entonces de cerrar el Congreso y las Cortes cobijado con el respaldo del pueblo envalentonado en las calles, al que está comprando con los distintos subsidios como el de familias en situación de pobreza extrema pertenecientes al grupo A del Sisbén IV que a partir del finalizado mes de abril recibirán $500.000 pesos mensuales, o el pago a 100.000 jóvenes de las zonas vulnerables del país para que sean Gestores de Paz con un salario de $1.000.000 de pesos mensuales. 

Las visitas al dictador venezolano del que se ha convertido en su mayor defensor, convocando en Bogotá la cumbre que pidió levantar las sanciones económicas a Venezuela, las negociaciones con el ELN, el Clan del Golfo y los capos y delincuentes de todas las pelambres, son intentos por obtener el respaldo de esa Colombia oscura para hacer realidad su proyecto que lo entronice por largos años en la Casa de Nariño. 

El cambio al cual le apuesta Petro, cumpliendo la cartilla del Foro de Sao Paulo, que estaba presupuestado para irlo ejecutando despacio, sin afanes, sufrió un fuerte remezón con la ruptura de la coalición la semana pasada, como lo dijimos líneas arriba, debiendo acelerar su imposición, por las buenas o las malas. 

Solo nos queda la intervención ineludible de la Reserva de las Fuerzas Armadas, enriquecida con la llegada de los valientes Generales y Oficiales retirados por este Gobierno del servicio activo, a quienes sin duda alguna debe estarles hirviendo la sangre en sus venas ante la infame humillación que vienen presenciando de nuestra Policía y Ejército, por parte de quien hoy funge como Jefe supremo de ellas. 

Si ayer empuñaron las armas en defensa de la Patria, hoy con mayor urgencia el país demanda de ellos el uso de las mismas, para impedir que Colombia ingrese al círculo oprobioso y asfixiante del Socialismo del Siglo XXI. 

Alberto Zuluaga Trujillo 
alzutru45@hotmail.com 

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