El lupanar conservador

El lupanar conservador

 Según la mitología romana, los gemelos Rómulo y Remo fueron abandonados a su suerte en una cesta en el río Tíber, como lo fue Moisés en el Nilo, yendo a parar a un pantanal, en las estribaciones del Monte Palatino, siendo cuidados y amamantados por una loba en una cueva, levantándose allí un santuario en honor al dios Luperco, identificado con el lobo. 

Quienes ejercían la prostitución sagrada con los sacerdotes de ese dios eran llamadas lobas, originalmente lupas, derivándose de ahí el término lupanar que se refiere a prostíbulo, burdel o casa de citas. 

Y a eso es que ha llegado el partido conservador colombiano, en minúsculas. 

Dentro de las distintas acepciones del vocablo, prostituir también significa degradar algo, o deshonrarlo, en busca de un beneficio determinado. 

El arrodillamiento vergonzoso e imperdonable del partido conservador al gobierno Petro, es la más contundente demostración de la bajeza a la que han llegado los actuales representantes y directivos del partido, entregando los nobles y altruistas principios rectores por un puñado de puestos y beneficios personales, enlodando y envileciendo la pulcra tradición de prestigio y grandezas del pasado. 

Las figuras cimeras de Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro lo concibieron, como una organización política en defensa de las tradiciones sociales, el orden constitucional y la legalidad y, por sobre todo, la irrenunciable defensa de la propiedad privada y la libre empresa, principios que Petro trata de desconocer como “presidente del cambio”. 

En el Salón Bolívar de la Casa de Nariño en la posesión de unos Embajadores la semana pasada, comparó al Estado colombiano con el Estado Nazi y afirmó que los dos son genocidas, con la diferencia de que el Estado Nazi se cuidó de no repetirlo. 

El partido conservador que históricamente ha hecho parte de ese “Estado Genocida”, nada dijo y lo peor, en el golpe de Estado dado al presidente saliente de la colectividad, Carlos Andrés Trujillo, aduciéndose el generalizado descontento por su mal manejo y entrega del mismo a Petro, el senador Efraín Cepeda elegido para sucederlo, fue enfático en señalar a Blu Radio, que continuará respaldando al presidente Petro, pero respetando los lineamientos del partido, agregando que una cosa es ser partido de Gobierno y otra es ser petrista. 

Los conservadores auténticos consideramos que el partido de Caro y de Ospina nada tiene que hacer en este Gobierno de izquierda, por cuanto los postulados que enarbola son diametralmente opuestos al del “Gobierno del Cambio”, debiéndose declarar partido de oposición como lo establece la Ley 1909 de julio de 2018 que en su artículo sexto señala: “las colectividades políticas deberán tomar una posición frente al Gobierno Nacional para su actuación en el Congreso de la República”. 

La bancada conservadora, integrada por 14 senadores y 25 Representantes a la Cámara, lo único que buscó fue mantener el acceso al presupuesto nacional y no perder la burocracia y las prebendas que Petro les entregaba a manos llenas, para así garantizar la coalición gubernamental, dando la espalda a 50 millones de colombianos, prefiriendo trabajar en función de sus intereses personales. 

Hoy, más que nunca, la frase del inmolado líder conservador Álvaro Gómez Hurtado, cobra una vigencia incuestionable: “El Régimen necesita que la política sea sucia porque es la manera de conseguir la amplia gama de las complicidades que se necesitan para mantener su predominio”. 

Para Cepeda acceder a la presidencia del directorio, debió convencer a sus compañeros de dirección para que al presionado renunciante Carlos Andrés Trujillo, el partido lo respaldara en la presidencia del Senado en el 2024, cuando por los compromisos adquiridos debe corresponderle. 

Con el Plan de Desarrollo presentado al Congreso, Petro pretende que se le aprueben 13 facultades extraordinarias, que bien pueden compararse con las leyes habilitantes que convirtieron a Chávez en un verdadero dictador, por lo que hace poco sin sonrojarse dijo: “El Estado es un enemigo interno que no deja avanzar”, refiriéndose a que la Constitución y las leyes no permitían cumplir con su programa del cambio. 

Ante el odio de clases a que nos lleva Petro, la erosión del orden legal, la destrucción económica del país, las puertas abiertas de las cárceles para los criminales y la legalización del incesto, el partido conservador que tradicionalmente ha sido defensor del orden y la institucionalidad, no puede cohonestar el arrasamiento de nuestro Estado Social de Derecho. 

Solo la defenestración ideológica de sus directivas, es la razón de su vergonzoso apoyo. 

Alberto Zuluaga Trujillo 
alzutru45@hotmail.com

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