QUE TAL SI…

QUE TAL SI…

 Decía mi padre “MIJO AHORRE POR SI ALGO”, pues llego ese algo.

Recuerdo cuando estábamos en ese gran proceso de aprendizaje y nuestros padres nos trataban de inculcar su mejores fortalezas y valores como la ética, la honradez y la responsabilidad, equivocados en algunas cosas, pero en estas no. Todo era válido para superarnos, pero ¿qué atentáramos contra estos valores?, no!

Nos trasladaron unos principios, como ubicar un norte, nos enseñaron a ser buenos amigos, mejor familia, mejores hijos, mejores hermanos, mejores padres y madres, al final ser mejores personas, nuestra generación la aprovechó y lo somos, además aprendimos a leer, a estudiar, a ganar día a día sobre lo que nos enseñaban, a actuar con principios y valores éticos.

Pero lo que no supimos hacer, fue educarnos con la misma mira, nos hemos dejado ganar por esa tecnología que creamos y que desarrollamos, porque no olvidemos que cuando niños nuestro más avanzado desarrollo tecnológico se llamaba la televisión y la radio, que le prestábamos atención solo cuando acabábamos de jugar con nuestros amigos, hermanos, vecinos, compañeros, en fin, nuestros compinches. Acompañábamos a nuestros padres a ver un noticiero, una novela, eso sí, todo esto después de haber estudiado, leído, hecho tareas, toda una doctrina del aprender y hacer educativo.

Hoy, después de muchos años de desarrollo tecnológico y poco a poco de olvido de lo básico, donde aprendimos desde escribir en una maquina mecánica, pasando por todo tipo de calculadores manuales, televisores a color, balones de juego, buses medio desbaratados, ropa en telas de algodones de todos los tipos, lapiceros retractiles, lápices de todas las formas y tamaños con o sin borrador incluido, zapatos y tenis de múltiples colores y en cueros naturales, hasta llegar a hoy con los Smartphone, Internet alámbrico e inalámbrico, PC con todas las aplicaciones que nos facilitan el diario vivir, ropa de materiales sintéticos para traspirar mejor, zapatos plásticos que nos dan comodidad, equipos tecnológicos más fáciles de manipular cada vez, buses llamados articulados con toda la tecnología posible, equipos médicos, quirúrgicos y medicamentos más avanzados para mejorar nuestro cuerpo y presentación personal y todo esto preparado, dirigido y manipulado cada vez por menos personas.

En medio de todo lo anterior, se nos ha olvidado aprender y enseñar lo aprendido de nuestros padres y abuelos, valores y herramientas de aprendizaje que ellos nos entregaron, hoy que estamos preocupados por la extraordinaria invasión de la educación virtual, educación que de acuerdo con las circunstancias durará el resto de nuestras vidas y se quedará con nosotros, y sí, podríamos atrasarnos, en lo que se refiere a la educación en aula… Pero, qué tal si …(1) volvemos a esos valores que perdimos todos estos años, ser buenos amigos, mejor familia, mejores hijos, mejores hermanos, mejores padres, al final ser mejores personas, a perdonar y pedir perdón a nuestro contradictor, a cuidarnos física y mentalmente, a practicar deporte y herramientas de salud mental, reaprendamos a estudiar, a leer, a buscar la empatía con el prójimo, con el adulto, con el niño, a escuchar al hijo y al padre, a buscar formas para ser solidarios, a visualizar y cuidar la naturaleza, ser y actuar más limpios con la vida y el ambiente, orar y hablar con nuestro interior.

Qué tal si aprendemos y enseñamos a organizarnos, a planear, a gastar con moderación, a viajar con aprendizaje, que tal si reaprendemos y re-enseñamos a respetar la autoridad cualquiera que sea y si la autoridad somos nosotros a aplicarla de la mejor forma y en bien de lo general y no de lo individual, que tal si reaprendemos que la ética, la honestidad y la responsabilidad inicia en nosotros y termina en favor nuestro.

Qué tal si cambiamos. ¿No crees que es hora de cambiar?, hagamos un alto en el camino, reaprendamos, re-enseñemos, reprogramemos, y actuemos con conceptos más ÉTICOS y VALORES más humanos, más que eso ¡RECUPERÉMONOS!!!

OSCAR VELÁSQUEZ NARVAEZ
INGENIERO INDUSTRIAL.

(1) extraído de la página Marín Waldorf, Autor: anónimo

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