Cien días de incertidumbres

Cien días de incertidumbres

Cumplidos los 100 días del gobierno Petro, mucha ha sido la tinta derramada en pro y en contra. 

Y eso es apenas natural, en un país cuya emotividad aplaude la gestión de un mandatario, mientras otros la despedazan sin contemplación alguna. 

Históricamente los 100 primeros días de gobierno hacen relación con la actuación de Napoleón desde su huida de la isla de Elba donde estaba exiliado y su derrota definitiva en Waterloo, en 1815. 

Durante esos 100 días, reconstruyó el ejército y se hizo de nuevo al poder. 

Fue adoptado en 1933 en Estados Unidos por el Presidente; Franklin D. Roosevelt, como “período de gracia”, al lograr que el Congreso aprobara en esos 100 días las leyes necesarias para controlar y poner fin a la Gran Depresión. 

Desde entonces, ha sido un tiempo prudencial que los gobernantes se han impuesto para mostrar las prioridades de sus mandatos. 

En estos 100 días, la incertidumbre ha sido sin lugar a dudas la gran protagonista. 

Si bien las encuestas le dan a Petro su aprobación, solo la de Invamer Gallup muestra una pérdida de 20 puntos al duplicar la opinión negativa, elevándola al 40%. 

Su ventaja se la da un Congreso mayoritario que el saltimbanqui de Roy Barreras, con inteligencia y astucia ha sabido manejar como presidente del Senado, constituyéndose en el oráculo y escudero mayor del nuevo gobernante. 

A medida que el tiempo avance y las gentes comiencen a sentir el impacto real de la tributación impuesta, de la inflación y el desempleo, empezarán a desplomarse las encuestas. 

Como se prevé el panorama fiscal, el desboque del gasto público será inevitable para calmar el desasosiego, obligando al gobierno a presentar a partir de la mitad de su cuatrienio otra reforma impositiva, la cual ya no sería aprobada como la de ahora, por estar ya los parlamentarios de lleno comprometidos en la campaña del 2026. 

Agotados los recursos de esta reforma tributaria, no habrá el dinero suficiente para satisfacer las aspiraciones populares de los millones de ilusionados que, con crecida esperanza, ven en la multiplicidad de los subsidios su redención. 

Gobiernos populistas como este nunca han tenido un buen desenlace. 

Falta poco para que la luna de miel empiece a aguarse, disminuyéndose la calidad de la mermelada que a montones se requiere para mantener cohesionada la coalición de gobierno, ante una olla de finanzas raspada por la voracidad politiquera que debe alimentar como jauría de perros hambrientos, el gobierno Petro. 

El deterioro en la seguridad del país, empujó el descenso de cinco puestos en el ranking global del índice de Estado de Derecho que publica el World Justice Project (WJP). 

Este índice recoge encuestas de más de 200 mil personas en el mundo y de más de 5 mil profesionales y expertos para medir que tanto se ciñen los Estados a las normas que rigen un verdadero sistema democrático. 

Colombia pasó del puesto 86 al 91 y del 19 al 21 entre los 32 países de América Latina y el Caribe. 

Colombia sigue siendo uno de los países más peligrosos para defensores de derechos humanos, defensores del medio ambiente, líderes sociales y periodistas. 

En cuanto a corrupción, ocupamos el puesto 128 entre 140 del mundo. 

Un Estado de Derecho efectivo, reduce la pobreza y la corrupción. 

En cuanto a esta última, nadamos en ella, siendo caldo de cultivo que favorece la pobreza, pues, según el Dane, el 39.3% de la población vive con menos de 11.801 pesos al día y el 12.2% con menos de 5.730 pesos. 

Casi un 75% de la población colombiana está en situación de vulnerabilidad económica. 

Y así, este gobierno, sin tener de dónde echar mano, insiste en acabar con la perforación petrolera que al cierre del 2021, reportó una utilidad financiera de 16.7 billones, la más alta en toda la historia de Ecopetrol, pese a que la producción de hidrocarburos no pasaba por su mejor momento. 

El mercado asiático continúa siendo el principal destino de nuestras exportaciones de crudo, al participar con el 57% de las mismas. 

A 100 días de estar matriculados en la órbita populista de la izquierda, restablecimos las relaciones con Maduro, reelegido fraudulentamente en 2018 y declarado ilegítimo por más de 50 países y encontrado responsable de más de 6.700 ejecuciones extrajudiciales, según el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. 

Al visitar a Maduro en Caracas y tratarlo como presidente legítimo, Petro envalentonó aun más a este déspota, legitimando de paso la cruel dictadura y condenando a su suerte a los indefensos hermanos venezolanos.

Alberto Zuluaga Trujillo 
alzutru45@hotmail.com

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