CULTIVAR LA PAZ EN FAMILIA PARA COSECHAR UNA MEJOR SOCIEDAD

CULTIVAR LA PAZ EN FAMILIA PARA COSECHAR UNA MEJOR SOCIEDAD

 Trabajar por la armonía social y empoderar a la ciudadanía, entregándole herramientas para superar de manera asertiva los conflictos que se presentan en el diario vivir, es un ejercicio que debe preocupar a todas las esferas de la sociedad, y que la empresa privada en particular debe impulsar.

Por otra parte, la familia es un centro de formación desde el cual se cimientan los valores, se construye la identidad de las personas y se forjan las bases más fuertes para su desarrollo emocional. La familia es definitivamente el epicentro en el cual se aprenden las relaciones que, luego se repiten en la vida en pareja y en sociedad.

Entonces cabe preguntarse: ¿cómo se relaciona el ejercicio empresarial con la formación para la convivencia social de sus trabajadores y el de sus comunidades? y ¿por qué la empresa privada debe hacerlo desde la conceptualización de la familia?

Para responder la primera pregunta es importante tener en cuenta que, a manera de ejemplo y de acuerdo con Medicina legal, entre 2020 y 2021 hubo un aumento del 10% en los casos de violencia intrafamiliar en el país, registrándose un total de 40.058, de los cuales 36.399 fueron contra mujeres. Esa misma entidad indicó que Risaralda es el departamento del eje cafetero con más asesinatos de mujeres y más violencia intrafamiliar. 

Y es que, a pesar de que los esfuerzos de la Gobernación del departamento y de la Alcaldía de Pereira, como el de las demás autoridades nacionales, han sido muy importantes para garantizar la seguridad y la convivencia ciudadana, con toda claridad la responsabilidad no solo es de ellas. Aquí las empresas tienen un papel fundamental que jugar porque son el núcleo de las conexiones humanas de sus trabajadores, y de las normas e interrelaciones que generan sus acciones.

Dicho de otra manera, las empresas tienen un impacto directo en la construcción de tejido social y, a su interior pueden fomentar el respeto, la confianza, el apoyo y la participación de todos sus colaboradores. Estas relaciones constituyen su capital social, el cual se refiere, entre otras cosas, a la capacidad de sus individuos de colaborar entre sí y en el exterior en diferentes circunstancias y propiciar el desarrollo y el bienestar comunitario para mejorar su calidad de vida.

En segundo lugar, la familia debe ser vista como un agente de desarrollo que puede promover el cumplimiento de la inclusión y la integración social, al igual que la solución de los problemas y situaciones críticas a los que se enfrenta en el día a día, en la comunidad a la que pertenece.

Aquí, el papel fundamental, sin desconocer el de los maestros, lo juegan los padres, esos mismos que son trabajadores, y los cuales se convierten en guía para que las futuras generaciones sean más conscientes y contribuyan a elevar la igualdad, la equidad y las comunidades sostenibles.

Un ejemplo particular de cómo la empresa privada puede contribuir a la formación en convivencia social desde el núcleo familiar, es el programa de Asocolflores “Cultivemos la Paz en Familia”. Este programa, que los floricultores manejan en Risaralda a través de su Dirección Nacional de Pequeños Productores (DNPP), tiene a nivel nacional más de 20 años y gracias a su éxito ha logrado el apoyo de diferentes instituciones públicas y privadas, y sumar otros reglones productivos. 

Desde Pereira la DNPP coordina los esfuerzos que, a través de un esquema de resolución de conflictos por medios no violentos al interior de las familias, han permitido a miles de ellas en los departamentos de Caldas, Cauca, Risaralda y Valle, conocer diversas herramientas conceptuales y asistir a talleres para contar con una perspectiva de cómo solucionar los conflictos y actuar ante ellos con prácticas asertivas. Tan sólo durante 2022 este programa beneficiará más de 600 personas en el área de influencia de la DNPP.

Además, “Cultivemos la Paz en Familia” ha extendido sus actividades más allá de los cultivos en el país. Ha llegado a las aulas de clases y los docentes para asesorarlos y entregar a los educadores participantes herramientas conceptuales, metodológicas y pedagógicas para enfrentar de manera pacífica los desacuerdos a los que se enfrentan, y transmitir este conocimiento a sus alumnos para que lo apliquen en sus hogares.

Me despido recordando que la empresa privada debe construir una cultura empresarial, que enfoque su compromiso con la paz y la familia en el territorio nacional y construya, desde las grandes empresas y los pequeños productores, comunidades sostenibles. 

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