LA VOZ DEL ALMA

LA VOZ DEL ALMA

Por Andrés García

Retomé el estudio y la práctica del idioma inglés, mi segunda lengua, a través de un método intensivo de conversación personalizada - que además incluye ejercicios de oratoria, escucha e interpretación, a un mayor nivel - con un coach norteamericano, originario de Texas y vecino del sector donde vivo, para efectos de afinar mi expresión verbal y, en lo posible, fluir con la mayor naturalidad posible en el empleo profesional adecuado de esa lengua.

El inglés, el idioma por excelencia de los negocios y las oportunidades, siempre me ha parecido extremadamente práctico y directo, condiciones que a mi modo de leer e interpretar la cultura norteamericana - donde hace unos años tuve ocasión de vivir por un tiempo - caracterizan especialmente su estilo de vida. Ahora bien, en cuanto a mi corresponde, estos dos componentes están muy instalados en mi personalidad, máxime conforme pasan los años y me hago cada vez mayor. Pareciera que a mayor   experiencia de vida, menor es el número de vueltas a la hora de comunicar y si mayor el desparpajo en el momento de expresar.

Con mis clases de inglés regresaron a mi mente episodios vividos con familiares, amigos y personas del común en los Estados Unidos, concretamente en Nueva York, recordándome aquellas lecciones de vida aprendidas que desde entonces me han permitido comprender, por ejemplo, que - independientemente del país en el que se nazca, sea este o no desarrollado o del mal denominado tercer mundo - las personas somos iguales, con sueños y aspiraciones similares, fortalezas y temores compartidos, por supuesto unos más que otros, que en últimas nos ubica en la misma categoría llamada humanidad, bajo matices culturales específicos pero, en esencia, iguales. Es decir, la voz del alma es la misma.

En el ejercicio de identificar temáticas de conversación para las clases - muy expectante de mi parte ante la autopista de formas y expresiones idiomáticas existentes en el momento de transmitir ideas y posturas en una lengua foránea, como solo un nativo alcanza a conocer - ese coach trae a colación escenas de vida de su natal patria, que poco o nada difieren de muchas de las experiencias culturales vividas en Colombia. El mundo norteamericano que percibimos, con todo y su músculo financiero cuya ventana vanguardista, tecnológica nos permite asomarnos al futuro, se concentra, proporcionalmente, en unos cuantos. En su defecto, el porcentaje restante, ciudadanos de a pie como usted y yo, somos similares e invertimos nuestro tiempo en alcanzar los sueños. Creencias, palabras, pensamientos, emociones, acciones y resultados, son un común denominador humano, no de un país en específico. 

Quizá esta mirada nos ayude algún día a comprender que todos somos espejos de todos, norte o sur, oriente u occidente, y que el otro - independientemente de su procedencia, creencia, idioma, cultura, género, estrato social, orientación sexual o política - me complementa y yo a este, porque todos somos lo mismo: El otro soy yo y yo, soy el otro; el todo soy yo y yo soy el todo.

(Los pensamientos expresados no comprometen la posición de la RAP Eje Cafetero, entidad de la que soy su Director de Comunicaciones).

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