Creación de los Ríos

Creación de los Ríos

 Hoy Tenorio nos cuenta otra historia, que como dijimos la semana pasada, los abuelos han traído tradicionalmente desde sus antepasados.

Hace muchísimos años, vivían en la selva, dos niñas. En aquel tiempo, el agua era muy escasa, pues no existían ríos ni arroyos ni lagunas.

 En épocas donde por algún motivo, no se sabía dónde encontrar agua, pues los habitantes a diario la gastaban, el único lugar donde encontraba era en el estanque al sur de la población, el cual amanecía rebosado todos los días y, la mamá que era la sabia de la familia y la comarca guardaba un secreto.

La verdad es, que a pesar de que todos iban a diario por la porción de agua, nadie preguntaba de dónde salía este precioso líquido, dos niñas tenían que transportar el agua desde el lugar donde se encontraba hasta donde la mamá la utilizaba para cocinar y preparar la comida para todos, y como preparaba una bebida, que era la favorita de todos, la consideraban la mamá sabia.

El único que sabía dónde realmente se encontraba el agua era el tío Luis, quien a diario madrugaba hacia un sitos que sólo él conocía y transportaba el agua en carretas y la depositaba en el estanque para que toda la población la utilizara, además nunca le contaba a nadie sobre su labor diaria en pro de la población.

Una de las niñas con mucha curiosidad veía que el tío Luis madrugaba a diario, no se sabe a dónde y cansada de tener que ir a diario por el líquido decidió seguir al tío al amanecer, pues sabía que, si se lo preguntaba, el tío nunca se lo diría y tampoco quería ser descubierto mientras lo vigilaba.

Después de mucho pensarlo, la niña soñó con transformarse en un colibrí para que el tío no la descubriera, mientras confirmaba, qué era lo que hacía el tío todos los días al amanecer. Y volando sobre la naturaleza, siguió al tío Luis cuando se adentraba en la selva.

Después de haber caminado por una hora aproximadamente, llego el tío a un gigantesco hueco, de cual brotaba un gran chorro de agua, el tío cargaba el líquido en sus carretas y se dirigió hacia el estaque, donde todos recogían el agua que necesitaban para sus casas, y el colibrí (la niña) igual se dirigió a la población. 

Después de volver a su estado natural, la niña procedió a contarle a su compañera, y entre la dos reunieron a todos los niños del poblado, para que les ayudaran a tapar el hueco de donde brotaba el agua.

Los niños trabajaron todo el día, pero, el hueco era tan grande que no consiguieron terminar su tarea, ya anocheciendo y faltaba poco para tapar el hueco, decidieron continuar al día siguiente. Estaban realmente cansados de tanto esfuerzo. Al otro día en la mañana, acudieron a continuar el trabajo comenzado y encontraron el hueco en su estado inicial. Retomaron de nuevo, pero, al siguiente día, pasó lo mismo. Y al tercero. Y al cuarto. El hueco, casi tapado al anochecer, aparecía intacto por la mañana.

Las niñas con todos sus compañeros volvieron a perseguir al tío al amanecer, y descubrieron que él, por las noches, retiraba del hueco todos lo que ellos ponían para taparlo con gran cuidado para que el agua pudiera seguir saliendo sin descanso. Por eso, al día siguiente, amanecía el hueco en su esplendor 

- ¿Qué podemos hacer para que el tío no destape el hueco? -dijo la niña que se transformaba en colibrí

- Debemos evitar que mañana llegue hasta el hueco, así, los niños podrán terminar de taparlo –respondió la otra niña, que aquella misma noche se transformó en culebra. 

Cuando el tío se dirigía en secreto a tapar el hueco y traer agua, lo picó en el dedo gordo del pie derecho. En ese momento, en el hueco se escuchó un estruendo y herido se derrumbó estrepitosamente y toda la selva retumbó.

Al derribarse lo que había en el hueco medio tapado, de él comenzó a brotar gran cantidad de agua. El fondo se convirtió en un río; los ramales que se desprendían en los bordes del hueco se convertían en los afluentes del rio, de las piedras que se desprendían de las paredes, resultaban las diversas especies de peces que nadan en el gran río. Los gusanos de varios colores que recorrían las mismas paredes cayeron al suelo y se transformaron en caminos para llegar hasta el rio.

De allí los niños aprendieron la lección, que la naturaleza no se puede maltratar, pues ella se convertirá en otro ser más poderoso.

Quienes quieran leer los documentos escritos con anterioridad, remítanse al enlace https://www.elpereirano.com/search/label/%C3%93scar%20Vel%C3%A1squez%20Narv%C3%A1ez?m=1

ÓSCAR VELÁSQUEZ NARVAEZ
Febrero 14 del 2022

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