¿Una ciudadanía en Jaque?

¿Una ciudadanía en Jaque?

Por Andrés García

La falta de cultura ciudadana en Pereira es una situación que amenaza gravemente la sana convivencia. La inconsciencia de muchos se evidencia en las basuras vertidas a diario en lugares públicos. La gente no utiliza las canecas de basura ni respeta el espacio público. Sumado a esto, el ruido desmedido producido por algunos establecimientos nocturnos - como discotecas, bares y restaurantes - los cuales de lunes a domingo compiten con sus niveles de audio, con o sin clientes, se constituye en el principal aliado del caos. 

Independientemente de la época del año, encuentros de la Selección Colombia, torneos nacionales, vueltas ciclísticas, fiestas aniversarias, amor y amistad, halloween, vacaciones, navidad o el inicio del nuevo año, todo es un pretexto para los excesos y atentar en contra de la tranquilidad de la ciudadanía, bajo el argumento del derecho al trabajo, como si un derecho fuese más importante que otro, en este caso el de poder  estar en un ambiente sano, exento de cualquier molestia. ¡El ruido es la raíz de los desmanes sociales y excesos!

Pereira, en sus lugares más emblemáticos, se volvió invivible. Un escándalo  insoportable estalla a altas horas de la madrugada, de la misma forma en que sobreviene el trueno que anuncia una tormenta. A los decibeles desmedidos del sonido de una gran parte de los establecimientos nocturnos, especialmente ubicados en la Circunvalar y Avenida Juan B. Gutiérrez - hecho frente al cual me referí hace  unas semanas a través de la columna titulada SOS Circunvalar - se suman las celebraciones post cierre ya que las personas en avanzado estado de alicoramiento continúan su farra en las calles con potentes bafles, en número masivo de participantes y sin protocolo alguno de bioseguridad, afectando a los cientos de familias que duermen para al día siguiente trabajar y estudiar.

Las autoridades municipales y de policía han efectuado operativos que poco o nada contribuyen a la solución. Llamar al cuadrante correspondiente para que disperse la concentración, en cumplimiento al código de policía, es un boleto de lotería ya que en ocasiones no contestan el teléfono y cuando lo hacen muchas veces argumentan estar conjurando otro conato de emergencia en algún sitio distante de la capital risaraldense. ¡La sensación de impotencia es aún peor!

Como consecuencia de esta grave situación las calles de buena parte de la Comuna Universidad amanecen todos los días llenas de vidrios de botellas de licor, cajas de comida y roedores, acompañados por el grito soez de eufóricos consumidores menores de edad que finalmente terminan dormidos en algún anden y quienes al parecer encuentran en su gesto vandálico una especie de acto libertario, probablemente en señal de protesta frente a la compleja realidad que afrontan, círculo vicioso que se ha perpetuado sin que nadie resuelva en realidad nada.

¡La ciudad requiere urgentemente intervención social y control al ruido! Varios lo hemos ya advertido. Estos menores de edad son la sintomatología de una ciudad que debe volcar su mirada hacia ellos, brindar programas de cultura ciudadana y asistencia integral, al tiempo de ejercer autoridad. En cuanto a los establecimientos nocturnos que incumplen la norma, aplicar sanciones y cierres.

(Los conceptos emitidos no comprometen a la RAP Eje Cafetero, entidad de la cual soy su Director de Comunicaciones).

Andrés García

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