EL MIEDO DE TENORIO

EL MIEDO DE TENORIO

ÓSCAR VELÁSQUEZ NARVÁEZ

Tenorio hoy en medio de tantos espacios obscuros para lograr resultados esperados y no esperados, piensa sobre si valió la pena atravesar estos espacios, los cuales han sido el resultado de sobrepasar los miedos que a diarios se presentan.  

Una vez un conocido le dijo a Tenorio “Que bueno que a usted no le da miedo de nada”, Tenorio asumió el comentario como un halago, abrazó al conocido, caminó con él unos pasos y no le dijo nada. 

Una noche se desveló, se le vino a la mente aquella frase del conocido y dando respuesta a aquel comentario se dijo ¿no me da miedo de nada? Y pensó, que lejos está esa afirmación de mí, si lo que más he tenido en la vida es miedo. 

Toda la vida he tenido miedo, dijo Tenorio, en esos momentos relampagueó y casi fue a dar debajo de la cama, desafortunada o afortunadamente, no estaban papá y mamá cerca porque allá hubiera dado. Al rincón de ellos. 

Cree Tenorio que el miedo ha sido fiel compañero de vida, para muestra un botón, de niño tenía miedo a los relámpagos, miedo a caminar por las posibles caídas, miedo a estar solo, miedo a que sus padres murieran, sin ellos sería nadie, no lograría hacer nada bien, Papá y Mamá eran mayores, le enseñaban, le protegían y “¿qué sería de mi sin ellos?, se preguntaba Tenorio, porque sabía el desamparo que le esperaría a sus hermanos y a él y, pues el drama sería toda la vida, a pesar de que los padres le enseñaban constantemente cómo prepararse para la batalla que es vivir y lo hicieron con lujo de detalles, y él lo ha hecho a pesar de los miedos que lo han rodeado. 

Sus padres se hicieron inmensos y como un calamar se transformaron en todo lo que necesitaba Tenorio: Profesores, amigos, hermanos, padres, psicólogos, dentistas, obreros, esclavos, libertarios. No fueron come libros para enseñarle, pero nunca se desconectaron de la realidad. Al comedor siempre llegaron las noticias que se desmenuzaban a la luz de las dudas. Y con las dudas, vienen los temores.  

Aprendió Tenorio a dudar. Y es inevitable que tras cada duda un inmenso temor se levante, al revisar los escenarios posibles de todo cuanto pasa y, no sé por qué se lo dijo ese conocido, pero siempre tuvo mucho miedo. No sólo por el horror que le llega casi que, en vivo, de la brutalidad con la que las personas asumen el justo reclamo de los demás, sino porque esos esfuerzos sean inútiles.  

Tenorio ha tenido miedo cuando ingresó a estudiar al colegio, la Universidad y en cada seminario o curso que ingresa, pues la novedad es asustadora, miedo a saber si lo que aprende será de utilidad; sin embargo, lo intenta y cumple el cometido, se aprende y aplica con gran éxito, miedo a esos retos o misiones que en la vida se ha enfrentado, pero igual con miedo los ha hecho, es más, el miedo lo ha empujado a actuar y lo ha logrado con resultados incalculables. 

Miedo por todas las madres y padres que han visto ir a sus hijos hacia un camino incierto. Quienes los despiden con un beso y la bendición para que estén protegidos todo el día hasta cuando regresen y mantienen el corazón en vilo hasta que vuelven. También por los que no pueden besar a sus hijos, ni siquiera bendecirlos porque las relaciones se han roto en medio de las circunstancias de una sociedad que no nos enseñó a comprendernos, sino a imponer las voluntades. Da miedo por los padres que saben que sus hijos se arriesgan en batallas que debieron haber sido de ellos hace décadas. 

Miedo por los jóvenes en las barricadas del conocimiento, se preparan y encuentran por fin, un espacio cierto y confortable en esta realidad que los mueve. Muchos de ellos prefieren el punto de resistencia a su vida cotidiana, no estudiar, no prepararse, todo lo saben, dicen, sin saber los peligros a los que se exponen, cuando el conocimiento no está presente en la cotidianidad. No se sabe a qué se enfrentan. No se sabe qué sueñan. Se ignora sus más hondos anhelos. No se entiende los Dioses que los mueven. No se ve el espejo en donde se reflejan. 

Miedo a atravesar una calle, no se sabe si el conductor está atento, quiere cumplir normas, o quiere seguir adelante aunque vea el peligro, pero aun así se pasa la calle, miedo a decirle a un adulto que no tiene la razón, pues no sabemos si su sabiduría nos dará una respuesta sabía que nos dará un duro golpe a la ignorancia, pero se le dice. 

Por último, Tenorio ve su reflejo, viviendo una vida de miedos, pero igual una vida de enfrentamientos, que lo llevó a dar buenos resultados y, si no son buenos, le enseñó a no volverlo a hacer equivocadamente. 

Hecha esta reflexión de miedos, que no son pocos ni sutiles, Tenorio se pregunta ¿por qué la gente creerá que no tengo miedo? Es justamente el miedo el que me mueve. 

Cuidémonos, busquemos distanciamiento, no nos quitemos el tapabocas, el COVID no se ha ido. 

Quienes quieran leer los documentos escritos con anterioridad, remítanse al enlace https://www.elpereirano.com/search/label/%C3%93scar%20Vel%C3%A1squez%20Narv%C3%A1ez?m=1 

ÓSCAR VELÁSQUEZ NARVÁEZ
NOVIEMBRE 1 DEL 2021 

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