El año del gobernador, Víctor Manuel Tamayo

El año del gobernador, Víctor Manuel Tamayo

Por ÁLVARO RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ

Víctor Manuel Tamayo Vargas, en su segundo mandato, mostró un pragmatismo certero de quien ha gobernado y conoce el derrotero de su mandato. 

Tiene perrenque y ha pavimentado el camino de su gobierno. Así sea con placas huellas, dejando identidad y creciendo en un mandato con corte o alcance social definido. Tiene resultados medibles, no por encargo.

La impronta Tamayo Vargas, no la podrán borrar, quienes con un cincel tratan de aporrear su mandato entre los resquicios del odio y la venganza mínima de quien no acepta derrotas eternas en el fugaz paso por el poder. 

Cómo no hacerlo en la coyuntura donde tecnócratas emplumados claman por indicadores con cresta y abandonan el sello natural de vida. 

Su desempeño es social y para quienes creen en otros resultados: piensen en el hospital de alta complejidad, en los alcances del hospitalito infantil, en las Vías del Samán con un convenio interadministrativo público, de alcances que profundizan la conectividad futura de la región y se izan como un reto posible para avanzar hacia el presente. En un complejo sistema general de regalías y en la atención inmediata de arreglar entuertos jurídicos con el lastre arrastrado en una contratación torpe de una Infraestructura inviable y mezquina. Despreciable. Que logró izar una moribunda CARDER secuestrada durante 5 años o una insepulta Aguas y Aseo del Risaralda, que estuvo en una peligrosa interinidad.

Cómo no destacar el empeño del propio Óscar Sanabria que revivió una empresa de condiciones especiales como es el agua; la poderosa tarea de Leonardo Franco Gómez, en Educación, aliado con la esperanza y la encrucijada por transformar vidas desde la enseñanza; el encomio de Elisabeth Diosa con la etiqueta humana o el compromiso y el trabajo de Mónica Paola Saldarriaga, en los quiebres de un invierno que deja muerte y daños en los cicatrices de carreteras viejas que merecen un repensar en grande.

El equipo de salud, con un supersecretario como Javier Darío Marulanda, que merece un aplauso grande. Sincero y de pie.

Los dos años en los que finiquitó faena jurídica de esfuerzo y meritorio empeño, de Federico Naranjo, como un soporte nato y permanente. Del propio Secretario de Hacienda, Alexis Mejía, rendidor con una finanzas sembradas de esperanza y acciones puntuales para abastecer el tanque de un plan de desarrollo sometido al monitoreo permanente.

La Asamblea del Risaralda, ha sido otro gran aliado para determinar grandes proyectos. Tamayo, acepta la crítica y corrige el rumbo cuando ha sido necesario el giro para que ese Sentimiento de Todos, no sufra un menoscabo en su integralidad. Respetuoso de la oposición, no tome ser embestido por la realidad de las ideas cuando se le demuestra, en esa mirada necesaria de los contrapesos.

Amparado en el Plan de Desarrollo, entre luces y sombras como un cuadro de Rembrandt o con el pincel de poderío e influencia política, ha logrado escalar cumbres ciertas en su mandato, en este segundo año de una reactivación entre la incertidumbre y el miedo.

Su gobierno ha escalado y ha crecido como una nota alta en el pentagrama donde la calificación, reposa sobre la expectativa superada de ciertos liderazgos afines en su gabinete.

Su discurso es social. Ha sido el año del gobernador, Tamayo Vargas, en esta crisis de democracia e inequidad.

ÁLVARO RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ

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